Fue hace varios años cuando descubrí que se producía cerveza artesanal en Guatemala. El Príncipe Gris fue la primera cerveza artesanal nacional que probé y jamás hubiese imaginado lo buena que era.
Siempre tuve la idea que el proceso de producción de este tipo de cervezas tomaría un tiempo para el país. Pensaba que sería una curva en la que primero saldrían algunas no muy buenas, dando paso gradualmente a productos mucho más decentes. Sin embargo al probar la cerveza del Príncipe me di cuenta que ya existía algo bueno de entrada. ¡Qué alegría!
Me llama atención, ahora que lo pienso, que años más tarde luego de aquella primera experiencia, las cervezas de las marca Gris no se consigan en todos lados y es una verdadera sorpresa cuando aparecen en algún menú o evento especial – y recalco: Pareciera que los lugares donde la venden o sirven han sido cuidadosamente seleccionados por la marca.
Alguna vez, mi lado necio, lamentó que no fuesen un poco más accesibles. Por ejemplo en presentaciones de lata o botellas descartables, incluso poder encontrarlas en el súper mercado. Pero me doy cuenta que eso es parte de la marca y de su compromiso por mantener un nivel alto de calidad.
La casa del Príncipe Gris
La sede de Príncipe Gri
Esta casa hermosa te envuelve de una manera increíble de día o de noche, y ¿por qué no disfrutar de ambos horarios con el atardecer de por medio? Y lo digo porque la he podido apreciar en todos sus momentos, alguna vez escuchando a una banda musical en vivo, otra con un DJ que ponía vinilos, aunque un plan perfecto para mí sería cervecear durante el día bajo los rayos del sol.
Bruch de Biergarten
Cuando me enteré que servían un brunch los domingos en el Biergarten de Príncipe Gris, quise tener la experiencia. Confieso que me cuesta separar la idea del Biergarten tradicional con las texturas y sabores del esponjoso pan de pretzel, salchichas estilo alemán, ensalada de patatas, en fin, todas esas cosas que combinan tan bien con cerveza y sol.
Pero al llegar ese soleado domingo de marzo y sentarme en una de las mesas del jardín de Casa del Águila, dejé a un lado mis predisposiciones puristas, especialmente cuando leí la palabra “Beermosa” en el menú.
Esta extraña combinación consiste en un blend de la casa inspirado en la famosa mimosa ( que tradicionalmente se prepara con champagne) y que logra con éxito convertirse en una bebida para cerveceros que se puede pedir “sin culpa” antes del medio día. Excelente idea para comenzar.
Para continuar con la experiencia pedí los nachos de pulled pork. No pude resistir cuando los vi, porque son perfectos para aniquilar una larga lista de antojos, que incluyen queso, pico de gallo, aguacate, jalapeños y el delicioso pulled pork. Y como “guinda” un huevo frito encima —ya creo que se sabe lo que viene con ese ingrediente: la yema en su punto que al ser cortada se derrama sobre el resto del plato. Buena elección para ayudar a reponerse del desvelo, una plato que combinó muy bien con la Beermosa y con una refrescante IPL (India Pale Lager) que llegó después. Los waffles del menú también se veían deliciosos. Con fresas, moras, bits de tocino y crema Mascarpone. Me los anoté como buena opción para un día de antojos dulces.
Las cervezas de la casa
Al llegar la media tarde fluyeron las frescas cervezas. Algo que me pasa con las cervezas artesanales es que usualmente tomo una o dos, y de ahí me muevo a otra cosa. No lo digo con orgullo, pero peco de pedir lagers industriales en donde la calidad deja de importar con tal de permitir la cantidad. El Príncipe Gris es una rara excepción entre las artesanales: a pesar de su buen sabor y cuerpo, porque tiene una frescura y balance que permite beber en cantidad y a gusto.
Su Pilsner Lager, una cerveza más ligera cuya suavidad no equivale a poco sabor sino todo lo contrario. Es una cerveza muy bien balanceada que combinó perfectamente con la frittata que pedí posterioremente. Ésta tenía papa, charcutería, queso y de acompañante frijolitos con dos gruesas rodajas de fresco pan artesanal.
El Príncipe Gris produce una amplia selección de cervezas, un buen gradiente desde Lagers hasta Stout, y además no es raro que tengan ejemplares de temporada. El menú de mi visita ofrecía una Radler y una Nitro Stout. Recuerdo que tiempo atrás probé una de las de temporada que hacen con rosa-de-jamaica, con un particular color rosado. Al tomarla sentí como si estuviese disfrutando un refrescante vino rosé espumante.
Para los que insistimos en comida tradicional de Biergarten, El Príncipe Gris ofrece un menú normal con una variedad de platos, desde salchichas artesanales, sandwich de pulled pork, hamburguesas, charcutería, quesos, dips de hummus, mostaza y otras delicias de la casa —un rango de opciones perfectas para ayudar a amortiguar la sesión cervecera.
Mientras disfruté de mi cervezas y de la experiencia gastronómica, la gente sonreía en el lugar, alegres perros jugaban en la grama bajo el sol. Por los pasillos abiertos de la casa, se veía pasar a la gente recorriendo los locales de la terraza o dirigiéndose hacia la peatonal Via 5, eso sí, sin dejar de voltear a vernos con ojos celosos, como si quisieran quedarse con nosotros a cervecear una buena tarde.
El tiempo pasa, se llevan los platos, la tarde avanza, el día sigue lindo y junto a mis acompañantes ordenamos otra ronda de cervezas. Alguien decide regresar a la Beermosa, yo ésta vez pido una Dunkel y leo el mensaje de una amiga, a quien por supuesto le escribo que venga a unirse a este grupo de exploración.
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